Las comparaciones son odiosas pero es inevitable no hacerlo cuando venis de Japón, China no tiene nada que ver con Japón, y aunque parezca lo contario los chinos no tienen ningun parecido con los japoneses. En cuanto a lo físico los chinos tienen la cara mas redondita y no tienen facciones tan delicadas. En cuanto a la forma de vestir los japoneses tiene estilo, te puede gustar o no, muchas veces resulta extravagante, pero definitivamente lo tienen, los chinos no. Y cuanto a modales realmente tienen códigos muy diferentes a los japoneses y a los nuestros: gritan al hablar, escupen, te pechan, no hablan inglés ni tampóco se interesan por entenderte o ayudarte, "gracias" y disculpe" no son parte de su vocabulario.-
Los chinos verdaremente son muchos y se nota, las horas pico en el metro son una locura, tuvimos la experiencia de navegar en un rio de chinos por los pasillos del metro y de ir como sardinas en el subte. El tránsito es caótico, sumado a la multitud, realmente son muy desordenados para manejar, los peatones cruzan por cualquier lado, los autos doblan en ambos sentidos cuando los peatones cruzan, las bicicletas y motos se escabuyen entre las personas, se entremezclan los bocinazos, las campanas de las bicicletas y los gritos de la gente. Cruzar una de las amplias avenidas de Beijing puede ser toda una riesgosa aventura, sin embargo el aparente caos pareciera tener un orden que no logro comprender, pero que funciona bien ya que nunca vi incidente alguno.
En Beijing parece estar todo sucio, empezando por el cielo, el smog lo tiñe de un color marrón grisaceo que no permite ver directamente el sol y generan una luz extraña que se ve reflejada en las fotos. Los edificios están sucios y como carentes de total mantenimiento aunque sean nuevos, famosos y de arquitectos reconocidos, las estaciones de tren también estan sucias, los supermercados, los restaurentes, los baños sobre todo y los chinos. El aroma a mugre, mezclado con el repugnante aroma de la comida perfuman la ciudad entera, todo por supuesto, potenciado por el calor reinante y el vapor que emerge de las alcantarillas y ventilaciones del subte.
A pesar del calor, el olor y los chinos, Beijing es una ciudad muy bonita. Tiene la grandeza de China en sus avenidas, sus plazas y sus templos. Todo es monumental e impresionante: la plaza de Tian An Men, la Ciudad Prohibida, la Gran Muralla, la Villa Olimpica, son lugares que te dejan boquiabierto y te hacen sentir como una hormiga, en un mar de hormigas chinas. La muralla fue el primer lugar que realmente me impacto sobremanera y la Villa Olímpica con su iluminación nocturna también. Realmente maravilloso, aunque por cierto no le vendría nada mal una lavadita de cara al Cubo de Agua.
Otro de los lugar increible es el Mercado de la Seda: una especie de expo de siete niveles donde se venden imitaciones de marcas reconocidas. La particularidad es que los vendedores te avasallan, te hablan en todos los idiomas y te tocan. Todo comienza con un cortes: "amigo, amigo", allí empienza el regateo, pero si la negociación no va a buen puerto aparecen los insultos en perfecto español "tacaño" o en inglés "idiot" y los golpes con la mano o con la calculadora dónde te enseñan el precio. Es una experiencia imperdible pero agotadora, muchos se fueron super cargados y felices con sus buenas compras, otros agotados y con dolor de cabeza. Yo sólo me compre unas ojotas con el único fin que me soltaran dos chinas que me tenían acorralado en uno de los puestos, prendidas de mis brazos, donde tuve la brillante idea de regatear. Por supuesto hice un mal negocio, pero logré salir, jaja.
El hostel de Beijing definitivamente es el peor que nos quedamos hasta el momento, sucio por supuesto, sobre todo los baños. La conexión a internet era muy mala y ademas en China hay páginas bloqueadas por el estado como el facebook y los blogs. En general todo lo que que tienen que ver con redes sociales. Al parecer el gobierno filtra y restringe mucha información, según nos contó Laly, una mexicana que encontramos en la calle, que vive en Beijing y que generosamente nos hizo de guía por la ciudad prohibida y luego nos llevó a comer a un restaurant de dudosa higiene y no muy rica comida. Por suerte existe Mac Donald!
Me costó un poco entender la lógica China, pero realmente me terminó gustanto Beijing, es una ciudad con mucha vida, grande pero abarcable, histórica y moderna al mismo tiempo. Sólo le haría falta un poquito de higiene y podría ser un lugar perfecto para vivir.